El viejo doctor Armando Imperio, moría en una cama del hospital privado de la comunidad. El certificado de defunción debía anular por completo la perplejidad del equipo medico
a los fines del resto de los tramites testamentarios y forenses. Por todo ello, el fallo fue inapelable por las pocas dudas que arrojaba: paro cardiorrespiratorio provocado por síndrome disnea con asociación viral. Muy joven para morir y no cumplir el mandato familiar por mil generaciones. Tal vez sus desprevenidos herederos continuaran la obra obliterando la estadística de aquel episodio. Pero no estaba seguro, no tuvo tiempo de formarlos.
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