Vine para ser el Hombre de la casa y termino siendo el jardinero. Casi todo mi tiempo y esfuerzo, además del que hace falta para sostener la manguera frente a la planta que languidece, esta dedicado a un solo asombro: verificar una y otra vez, como se las ingenian, tanto la chica como mi esposa, para suplirme en las tareas mas elementales y cotidianas. Es un claro ejemplo de la distancia que suele ocurrir, entre la existencia y nuestros propósitos. Tanto es así que, cada tanto, suelo tocar indisimuladamente, el bajo vientre. Ambos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario