Vine para ser el Hombre de la casa y termino siendo el jardinero. Casi todo mi tiempo y esfuerzo, además del que hace falta para sostener la manguera frente a la planta que languidece, esta dedicado a un solo asombro: verificar una y otra vez, como se las ingenian, tanto la chica como mi esposa, para suplirme en las tareas mas elementales y cotidianas. Es un claro ejemplo de la distancia que suele ocurrir, entre la existencia y nuestros propósitos. Tanto es así que, cada tanto, suelo tocar indisimuladamente, el bajo vientre. Ambos.
miércoles, 28 de febrero de 2018
domingo, 18 de febrero de 2018
ONIRICO
La rata o ratón, prácticamente salto sobre mi desde la alacena mientras servía mi leche atardecida. Solo el reflejo condicionado por el terror que me produjo su brillo filoso en la penumbra, hizo que mi cuerpo tumbado esquivara el rápido movimiento producto de, justo es decirlo, su propio miedo, solo que solo conozco el mío, un poco, el del animal, siempre teñido de prejuicio humano, solo una intuitiva creencia de horripilante animal sin control biológico por extinción de las comadrejas y castración de los gatos del vecindario.
La sugestión fue terrible, no dije nada al acostarme, no quise que me gritaran, como siempre, que todo estaba controlado, el veneno carmesí en perlas, era infalible. Esa noche el Dios Rata vino junto a mi con sigilo omnipresente, como hacen todos los dioses, con vos tenue no exenta de firmeza, igual de brilloso pero inmensamente alto, por dos hechos coadyuvantes: caminaba en dos patas y yo me encontraba echado de lado. Come, come y serás mi hijo. El chirrido metálico del cielorraso que producía su vos al tiempo que próxima me despertó sin poder respirar. La bocanada de aire viciado, dolor de pecho mediante, logra recobrar mi conciencia, con la secreta felicidad de vivir, pero era tarde, la profunda bocanada de vida, había empujado muy adentro los primeros granos.
Mañana, muy temprano, alguien me encontrara, rígido y frio, como niño que duerme afuera para agradar a su madre.
La sugestión fue terrible, no dije nada al acostarme, no quise que me gritaran, como siempre, que todo estaba controlado, el veneno carmesí en perlas, era infalible. Esa noche el Dios Rata vino junto a mi con sigilo omnipresente, como hacen todos los dioses, con vos tenue no exenta de firmeza, igual de brilloso pero inmensamente alto, por dos hechos coadyuvantes: caminaba en dos patas y yo me encontraba echado de lado. Come, come y serás mi hijo. El chirrido metálico del cielorraso que producía su vos al tiempo que próxima me despertó sin poder respirar. La bocanada de aire viciado, dolor de pecho mediante, logra recobrar mi conciencia, con la secreta felicidad de vivir, pero era tarde, la profunda bocanada de vida, había empujado muy adentro los primeros granos.
Mañana, muy temprano, alguien me encontrara, rígido y frio, como niño que duerme afuera para agradar a su madre.
PRECIENCIA
El viejo doctor Armando Imperio, moría en una cama del hospital privado de la comunidad. El certificado de defunción debía anular por completo la perplejidad del equipo medico
a los fines del resto de los tramites testamentarios y forenses. Por todo ello, el fallo fue inapelable por las pocas dudas que arrojaba: paro cardiorrespiratorio provocado por síndrome disnea con asociación viral. Muy joven para morir y no cumplir el mandato familiar por mil generaciones. Tal vez sus desprevenidos herederos continuaran la obra obliterando la estadística de aquel episodio. Pero no estaba seguro, no tuvo tiempo de formarlos.
a los fines del resto de los tramites testamentarios y forenses. Por todo ello, el fallo fue inapelable por las pocas dudas que arrojaba: paro cardiorrespiratorio provocado por síndrome disnea con asociación viral. Muy joven para morir y no cumplir el mandato familiar por mil generaciones. Tal vez sus desprevenidos herederos continuaran la obra obliterando la estadística de aquel episodio. Pero no estaba seguro, no tuvo tiempo de formarlos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)