“Este es el auto de Tanti tonto”, siempre eso decía, mientras corría
desaforado por el campo, con un trozo de palo en forma de orqueta o V, a la altura
de su perdida mirada, con estridente
ruido de su apretada boca como chirrido, llevándose por delante todo/os/as lo
que fuera un objeto estático a su paso.
Ese día, el calor y mi frustración, (yo nunca tenia auto), me paralizaron
y, sencillamente no me moví de lugar y el auto de Tanti se estrelló contra mi
pecho, con seco ruido de rama semiseca, recién cortada. (Olio a eucalipto o
menta).
Tanti rompió en llanto incontrolable, gemía como animal en matadero
mientras se retorcía en el suelo alborotado de mariposas multicolores, proyectando
una mueca horrible a modo de sombra,
recortando la clara mañana de sol, cual pantano en un lecho de flores.
¡Lo siento Hermelinda, nada costaba haberse comportado con más cuidado!!
Eso estuvo aclarado desde el principio, recuerdas?
Claro que lo sabía, también creía saber lo que su hijo haría. Lo demostraba
con manso y resignado llanto, mientras embalaba las pocas, pobres piezas de
cocina y dormitorio (lo demás era de la Estancia o ya ni se acordaba bien), sin
tiempo ni fuerzas para reparar los danos y perjuicios, como montañas de basura
viniendo encima a cada paso, a cada intento por seguir viviendo.
Ninguno de nosotros reparo en la herida punzante con forma de trompa de
elefante, que pego mi camisa a la altura del pecho. Sumergidos como estábamos, en la nueva
internación de Tanti, pero esta vez, no fue su culpa, sino la mía.
Eso dice el reporte, que aún me acompaña, después de tanto tiempo, un
hombre hecho y derecho, a cargo del Hospicio, donde nunca vendrá Tanti porque
es muy corta la cuota y severa las condiciones de admisión y permanencia.
Lo espero, siempre lo espero, para volver a ser niño pero sin culpa. ¡Este
es mi auto tonto! Lo siento, a mí me correspondía pasar y no olvides, mi auto
tiene cuatro ruedas cuatro. Mis dedos levantados, a la altura de la mirada, la
mía que, fija la sombra proyectada en la
pared, era penumbra y era vida.